jueves, 23 de octubre de 2014

La piedra se hace carne


Syrah podría ser una deformación de un par de palabras persas que significan algo asi como “remedio de los reyes”.  La leyenda cuenta que un había un rey (Shá) apasionado por las uvas frescas, las hacía cultivar de diferente color y fragancia y las disfrutaba durante todo el estío. Una vez, con el otoño ya cerca hizo guardar los últimos racimos en ánforas al interior de una de las habitaciones del palacio. Al par de semanas, antojado de uvas las envió a buscar, pero el siervo volvió triste contando que de las tinajas escurría un líquido espeso cuyo olor en nada se parecía a la dulzura de los frutos. Entonces tuvo la certeza de que el líquido era venenoso por lo que lo hizo saber a sus cortesanas. Una de ellas había perdido los favores del rey por lo que se introdujo apenada en la habitación con el ánimo de suicidarse, bebió un sorbo del espeso líquido sintiéndose mareada, temblaronle las piernas y el corazón rebosó dentro de su pecho, tomó entonces una jarra, la llenó de aquel líquido y se encaminó a las habitaciones reales. El rey, extrañado por la imagen de felicidad de su cortesana se animó a probar la bebida, y surtió efecto. Juntos bailaron, rieron y se amaron. Por esta acción ella reconquistó los favores de Shá, y la humanidad ganó el privilegio del vino.








Plutón y Proserpina
Bernini, 1622
Mármol



No pretendemos la ambición ni el talento del genio Gian Lorenzo Bernini, quien con pocas y precarias herramientas dejó chico al mismísimo Michelangelo. Si pretendemos en cierta forma seguirle, proponiendo hacer con lo escaso algo cuantioso, hacer de las uvas el mármol para con solo nuestras manos cavar, descubrir y texturar las formas del vino, formas honestas, vivas y felices.




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